09 Modelo de evaluación: continua, formativa y diversificada

Introducción

La evaluación es un proceso esencial en cualquier experiencia de aprendizaje y se convierte en un componente crítico del proceso educativo, que debe estar bien planificado y ejecutado. Por ello, la evaluación y el retorno son elementos que hay que tener muy presentes en el diseño de asignaturas y de planes de estudio (Guardia et al., 2020). En la evaluación es clave orientar y modificar la manera como se llevan a cabo algunas prácticas docentes para conseguir un aprendizaje auténtico y realista que permita capacitar al estudiantado pensando en las exigencias de la sociedad actual. Si en la evaluación se utiliza todo el potencial y la eficacia de la tecnología de manera crítica y apropiada, tenemos un valor añadido que se plasma en lo que llamamos e-assessment o e-evaluación.

Hay que cambiar la creencia de que la evaluación debe medir lo que el estudiantado puede recordar y reproducir sobre su conocimiento. Hay que evidenciar las posibilidades de las herramientas en línea como instrumentos que permiten maximizar el aprendizaje.

En cualquier evaluación, hay que establecer unos criterios claros y bien definidos, es decir, pensar en qué evaluaremos, sea el resultado, el proceso o ambos. A partir de aquí, para cada criterio de evaluación podemos establecer algunos indicadores, que son las evidencias por medio de las cuales podemos medir el logro de los objetivos de competencia propuestos. Dependiendo del tipo de formación, también puede especificarse el grado de consecución de las competencias en función de las tareas propuestas. Así pues, la recogida de información y el retorno facilitan y mejoran el proceso mismo de aprendizaje, que se convierte en un diálogo en el que el estudiantado participa activamente mediante formas de evaluación alternativas, como pueden ser el trabajo colaborativo, la autoevaluación y la coevaluación. Pero vayamos paso a paso y entremos primero a definir la evaluación de los aprendizajes en sentido genérico.

Evaluación de los aprendizajes

La evaluación de los aprendizajes es uno de los elementos clave de cualquier proceso educativo, junto con el de enseñar y aprender. En función de cómo se plantee esta evaluación, según el contexto y las herramientas disponibles, la manera en que se enseña y se aprende se verá condicionada. Así pues, si la actividad de enseñanza y aprendizaje se desarrolla en un contexto en el que el apoyo TIC tiene un papel fundamental, la evaluación debe proponer estrategias de seguimiento en línea del estudiantado, haciendo que el acompañamiento sea continuado en el tiempo. En este sentido, el uso de las herramientas digitales nos facilita la presentación de resultados, tanto del proceso como del resultado final. En este sentido, las TIC nos permiten amplificar la evaluación para que sea más completa y significativa.

A menudo, concebimos la evaluación como un proceso que nos sirve para acreditar lo que sabe o lo que ha aprendido nuestro estudiantado, y nos paramos aquí (Sangrà, 2021). Cuando la concepción de la evaluación que planea sobre nosotros (la nuestra, la de nuestro contexto) es tan limitada, la convertimos en un mero trámite que se limita a medir cuánto ha aprendido el estudiantado en un momento dado y a «poner nombre» (o a darle un rango) a este aprendizaje, acreditándolo como más o menos insuficiente o más o menos excelente. Con ello, además de centrar nuestra labor docente en algo muy concreto y poco gratificante como es corregir y poner notas (y alejada, además, de lo que sería la verdadera vocación docente), estamos promoviendo que el estudiantado se oriente exclusivamente a pasar este trámite que le planteamos, en lugar de superarse a sí mismo y aprender.

Es aquí donde, como docentes, debemos integrar el concepto de evaluar para aprender (Prats et al., 2020), en el que se haga evidente la toma de conciencia de nuestra responsabilidad sobre la manera como el estudiantado se sitúa frente al aprendizaje (Barnett et al., 2001). Se equipara la evaluación en la acción de calificar. El reto, pues, para docentes y estudiantes es diferenciar entre evaluar para calificar y evaluar para aprender, entender las interrelaciones entre los dos matices y orientar la práctica hacia una nueva cultura evaluativa, la de la evaluación formativa, de la que hablaremos más adelante.

Evaluación continua y formativa

En este sentido, entendemos que el proceso de enseñar y aprender no es estático, sino de autorregulación continua, mediante el cual la evaluación y la toma de conciencia de lo que el estudiantado consigue y de lo que no, de aciertos y de errores, es lo que verdaderamente ayuda a que el aprendizaje progrese (Jorba y Sanmartí, 1996). Por este motivo, nuestra tarea como docentes es acompañar al estudiantado a lo largo de todo este proceso y ayudarle a desarrollar su potencial y a que alcance los objetivos de aprendizaje propuestos. Concretamente, nuestro planteamiento concibe la evaluación en línea como el hilo conductor del aprendizaje que, a su vez, nos ayuda a mantener al estudiantado implicado, activo y motivado (Cabrera, Mayordomo y Espasa, 2016). En esta concepción, la función calificadora también está presente, pero no es la razón fundamental ni lo que principalmente nos mueve a tomar las decisiones más trascendentales sobre cómo debe ser la evaluación en cada contexto y para cada objetivo de aprendizaje. Finalmente, pero no menos importante, creemos que esta evaluación formativa y en línea que proponemos debe fomentar el aprendizaje futuro, más allá del presente, del aula (presencial o virtual) y del momento actual (Boud y Falchikov, 2006). De cómo diseñamos la evaluación dependerán muchas cosas. La más importante, el desarrollo y la transformación de nuestras y nuestros estudiantes. ¿Y si nos orientamos, pues, a promover una evaluación en línea formativa, continuada y competencial?

Situado el acto de la evaluación como proceso de aprendizaje y que no es lo mismo evaluar para calificar que evaluar para aprender, conviene centrar el discurso en la evaluación continua y formativa. Este enfoque conlleva crear una cultura evaluadora diferente, que entienda la evaluación como una parte del proceso de aprendizaje (Fernández et al., 2018), y que todas las actividades que se proponen que realice el estudiantado se conviertan en oportunidades para aprender y para evaluar con una clara orientación formadora.

Dependiendo de la etapa educativa en que nos encontremos, la evaluación puede tener diferentes significados, aunque la esencia de la evaluación es la misma: buscar información relevante en el estudiante que nos ayude a comprender cómo está produciéndose el proceso de enseñanza-aprendizaje y tomar las decisiones pertinentes en cada momento.

En este sentido, pues, entendemos que la evaluación debe ser continua y formativa porque:

  • Continua, la que se da a lo largo de todo el proceso de aprendizaje, y no solo final.
  • Formativa, orientada a la mejora y no solo a medir y calificar, sino a ofrecer oportunidades de mejorar el aprendizaje mediante el seguimiento continuado que el docente hace.

Seguimiento y retorno

Partiendo de la premisa de una evaluación formativa, es necesario evaluar el aprendizaje facilitando un seguimiento y un retorno (feedback) continuado y abordando los aciertos y los errores con una clara orientación hacia la mejora, ayudando así a progresar a este estudiantado. Cuando se hace desde una perspectiva reguladora, la evaluación se convierte en uno de los motores clave del aprendizaje y fomenta su reflexión crítica.

El seguimiento y el retorno proporcionado en el contexto de una evaluación formativa puede aportar los siguientes beneficios para el estudiantado:

  • Potenciar la cultura de la autorreflexión sobre su propio proceso de aprendizaje.
  • Desarrollar el pensamiento crítico y el aprendizaje autorregulado.
  • Permitir demostrar su conocimiento de múltiples formas y con evidencias.
  • Identificar oportunidades para mejorar en las siguientes tareas.
  • Recibir información sobre cómo se está progresando a lo largo del proceso de enseñanza y aprendizaje y cómo se está aprendiendo.

En un contexto en línea, cada vez tenemos más herramientas que pueden ayudarnos a este seguimiento y retorno, como son las analíticas de aprendizaje.

Evaluación diversificada y compleja

Con todo lo que hemos ido diciendo, es fundamental plantearse una evaluación diversificada, evidenciada en diferentes formatos o soportes, herramientas y actores que nos proporcionen información sobre el progreso de cada estudiante y para poderlos ayudar a seguir progresando aún mejor.

No se trata tanto de cambiar los contenidos como de cambiar la forma de evaluar: pedir justificaciones, por qué se resuelve un problema de determinada manera, etc. Centrarse más en el procedimiento que en un dato como resultado. Esto os garantiza conocer mejor lo que realmente ha aprendido vuestro estudiantado.

El potencial de la tecnología ofrece diferentes instrumentos y herramientas de evaluación, como las rúbricas, los portafolios, los formularios, etc.

Instrumentos Descripción Ejemplos
Rúbricas Evaluar el rendimiento del estudiantado a partir de criterios de evaluación previamente diseñados. Dimensiones, criterios y niveles de alcance. iRubric (EN) dentro de RCampus RubiStar (ES/EN)
e-Portfolio En el ámbito educativo, el portafolio se utiliza para recoger evidencias y reflexiones del proceso de aprendizaje del estudiantado. Las evidencias son muestras visibles y evaluables. https://mahara.org/
Mapas conceptuales colaborativos Representación gráfica de ideas, conceptos y relaciones que, una vez creados, pueden compartirse e incorporarse en blogs o webs. http://cmap.ihmc.us/

http://bubbl.us/

Formularios en línea Herramientas potentes para crear cuestionarios de evaluación con preguntas abiertas y cerradas. https://www.google.com/intl/es/forms/about/
Tablas DAFO Evaluar fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas de proyectos. http://creately.com

https://grapholite.com/Designer

Fuente: elaboración propia

La evaluación debe entenderse como un proceso continuo que ofrece oportunidades formativas y que determina si las metodologías que se han implementado son las adecuadas.

La evaluación formativa se define como la evaluación que proporciona un retorno continuado al estudiantado sobre su desarrollo, para que pueda mejorar su proceso de aprendizaje.

Podemos resumir que los principios clave de la evaluación en línea serían los siguientes:

  • Participación más activa del estudiantado en el proceso y resultados de su aprendizaje.
  • Énfasis en la evaluación continua como enfoque formativo.
  • Utilización variada de metodologías y de instrumentos digitales que facilitan el desarrollo de las competencias de forma integral e integrada.
  • Evaluación basada en la presentación de evidencias de aprendizaje por medio de diferentes formatos digitales.
  • Protagonismo del retorno en todas sus dimensiones: retorno continuo, orientado a la mejora, dialógico y que fomente la autorregulación y la motivación.
  • Utilización intensiva de las tecnologías digitales como soporte para el seguimiento y acompañamiento continuado.
  • Obtención de datos analíticos que pueden ayudar a monitorizar mejor los procesos de aprendizaje, a tomar decisiones de manera más ágil y a ofrecer un retorno de más calidad.

Herramientas de evaluación en línea
Fuente: elaboración propia

Bibliografía

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